Para comenzar con esta etapa, fuimos a Logroño donde pasamos la noche y dejamos nuestro vehículo en un parking público muy amplio y vigilado que está en la calle Norte/Calleja Intendencia.
Madrugamos para coger el bus de las 7.45. Hay bastantes frecuencias. La compañía se llama La Estellesa. El viaje es un poco pesado porque pasa por todos los pueblos del mundo por los que días y horas después tendríamos que venir caminando y con mochila. Y nos daba bastante pena ver gente peregrina subiendo unas cuestas que nos parecían interminables...
Preguntamos al chófer si había parada en Ayegui, para no tener que ir hasta Estella (en fiestas, con mucha gente y jaleo). La respuesta fue afirmativa y nos bajamos allí. Dimos así como 20 pasos y entramos a desayunar a un bar. Y el camarero nos preguntó si veníamos de la cuesta. No dimos demasiadas explicaciones. Porque, claro, bajarse justo del bus e ir a desayunar no es habitual en el mundo peregrino. Después de desayunar y leer la prensa del día, nos cargamos la mochila dispuestas a emprender el trayecto del día. Un par de cuestas más arriba encontramos el Monasterio de Irache. Y una fuente que alegra a la gente aficionada al vino. Solo se puede tomar un poco allí. Para rellenar botellas y botas de vino hay una tienda de Bodegas Irache donde fuimos a sellar la cartilla y comentarles que el vinito estaba rico (aunque no nos gusta demasiado, pero por el camino, todo se agradece más).
Seguimos caminando 5km más y pasamos por un pueblo llamado Azqueta. El siguiente pueblo que pasamos, Villamayor de Monjardín, tiene un aljibe muy antiguo. Desde Villamayor hasta Los Arcos hay un "desierto mental" de 11,5km que nos hizo dudar de si seríamos capaces de recorrer tanto camino sin ver poblaciones. Pero sí, lo conseguimos.
Siempre por el camino, vas encontrándote con gente que para, descansa, vuelve a retomar el camino y vuelve a parar al mismo o distintos tiempos. De esa manera, te vas cruzando con esas personas y van surgiendo complicidades. Las zonas de sombra, sobre todo en verano, son lugares de encuentro y relevo peregrino.
Y aquí podéis observar uno de esos lugares. Cuando terminábamos de tomar nuestro bocata, llegó una señora mayor y se mantuvo a cierta distancia esperando a que soltáramos la sombra. Mentxu le animó a unirse a la sombra, pero se ve, que a la señora el espacio sombrío no le parecía lo suficientemente grande para tres, así que tras levantarlos y dejar el arbolito, la señora, rauda y veloz, se aposentó allí.
Ya nos faltaba poco para llegar a nuestro destino del día: Los Arcos. Con el bocata, recuperamos energía y paso a paso, sin prisa, pero sin pausa, llegamos al pueblo y empezamos a ver albergues y carteles a ambos lados de las calles. Lu había echado el ojo a "La Casa de la Abuela" así que fuimos para allí a ver si aún había plazas libres. Había literas libres, pero optamos por una habitación en la zona superior de la casa, denominadas "Graneros". Precioso el techo con vigas de madera abuhardillado. Muy agradable la estancia y el trato. Y un desayuno para cargar las pilas al 100% con bizcocho casero y huevos duros además de tostadas, mermeladas, galletas, frutas...!! Y el pueblo de Los Arcos pequeño pero muy completito, con Casa de la Cultura financiada por la Thyssen y todo (su madre era de allí)!!
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